martes, 20 de noviembre de 2007

Como una media

El 92 iba lleno, con mucha gente parada, pero los dos asientos en los que el pasajero viaja para atrás, mirando no hacia el conductor sino hacia el fondo, estaban libres. Me siento en uno de ellos y, adicta al posteo y a las quejas inútiles, me relamo diseñando un breve texto sobre los que toman la decisión imbécil de ir como ganado en vez de sentarse y viajar para atrás.
Para cuando agarra Bulnes cambo de posición en el asiento: ahora estoy de frente a la ventana, con una mano agarrada del marco y la otra sosteniéndome la cabeza que me da vueltas y vueltas, tratando que me pegue el viento en la cara que me empeño en sacar lo más para afuera que puedo.
Cuando me bajo en Angel Gallardo con ganas de vomitar, bramando por un abanico y tres terrones de azúcar mientras camino agarrada de cualquier cosa que haya cerca pienso que no soy quién para andar cuestionando nada y que todo está bien así.

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