lunes, 10 de septiembre de 2007

Prohibido lavar peras

No puedo creer lo que me acaba de pasar! Salgo de la facultad y paso por una de esas verdulerías gloriosas de Parque Centenario que pareciera que tienen trabajando cien enanos que agarran las cosas que caen de los àrboles antes de que toquen el piso y las meten en cajones para traerlas corriendo mientras cantan canciones de Frank Sinatra. Me compro algunas frutas, entre ellas una pera. Como la quiero comer en ese momento, pido en una confitería que me dejen pasar al baño para lavar mis manos y la hortaliza, y me dicen que sí como a cualquier chica (con los hombres no siempre son tan condescendientes). Subo al baño, me pongo a lavar la pera y en eso llega una señora gorda que vaya a saber uno de dónde salió que dice "qué hacés lavando?? ACÁ NO SE PUEDE LAVAR PERAS!!!¨ (!!!!!!!!!!!!!!!!!). No le contesto, obvio, mientras me dice que me vaya "o hablo con el gerente" (????) yo termino de lavar mi pera, la seco, la guardo en la cartera y entro al baño, y ahì el cerdo se va y al minuto sube una pendeja con delantal que claramente se ajusta al perfil de la mocita y se desarrolla el siguiente diálogo:
mocita: -TE DEJARON PASAR? (enojada y a los gritos)
yo: -sí, ya me iba.
mocita: -acá no podes ponerte a lavar cosas, este baño es de todos!!!!! (???? "lavar cosas"!!!)
yo: -no me jodas! no hay nadie! (mi grado de sorpresa e incredulidad no me permitía ni siquiera enojarme como era debido ante semejante cosa)
mocita: -si no consumís en el local no te podés poner a lavar cosas!
yo: -bueno, te pago, cuánto te pago? un café? una empanada? (bendito sistema capitalista que todo lo arregla con plata)
mocita: -(queda hecha una piltrafa y no sabe cómo responder a mi heroica astucia) no, dejá...
yo: -te estoy ofreciendo pagarte, si no lo aceptás no es mi culpa y me puedo quedar acá como si hubiera "consumido"
mocita: -(totalmente disminuida ahora, hasta buscando complicidad o algo así, no lo entiendo hasta este preciso instante) bueno, pero sabé que no se permite...!
yo: -bueno.
Y se fue mientras yo de puro forra me solté el pelo y me lo empecé a atar de nuevo tomandome todo el tiempo del mundo. Del cerdo no hubo más noticias. En fin, entre eso y que cuando veo mis mails en un ciber Hotmail me saluda con un "Hola, Enrique Omar Cardoso!", me hice el día.

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