-Si me anduviera la función "recordarme" de Blogger quizá postearía más seguido.
-Tengo tres direcciones de mail, la personal que es la que figura acá, la profesional/formal/estudiantil que es mi nombre y apellido todo junto, y una tercera que no tiene ningún dato mío: el nombre que figura es el del personaje de una novela y la dirección es el título de un libro de Dickens. Lo uso, y hablo absolutamente en serio, para efectuar compraventas ilícitas, mandar mails a revistas y preguntar cosas en Mercado Libre.
-No actualizo nunca Favoritos, pero sí lo uso mucho para guardar páginas que me resultan interesantes o que quiero leer detenidamente en otro momento con más tiempo. Como no lo reviso seguido quedan ahí bastante tiempo hasta que se me da por verlo, como ahora que descubro que tengo entre muchas otras cosas una página con frases de Luca Prodan, una de fotos de las mellizas Olsen, algunos e-zines que no leí y algo titulado "La Coctelera Relatos eróticos de una pareja" (sic, si lo googlean seguro que aparece).
-A pesar de ser la única que usa esta computadora me niego rotundamente a que Hotmail no me pida la contraseña para ver mi casilla.
-Leo muchísimos blogs (pero sigo muy pocos), y confieso que veo algunos fotologs a la semana, sobre todo de chicas que me parecen lindas o me gusta como visten. Rindo culto a la belleza como toda libriana. Llegué a parar chicas por la calle o en fiestas para decirles que me parecían lindas, de más está decir que sin ninguna intención de levante, en ese caso sería más sutil (ya estoy para hacerme una web ratonera como la de la pareja).
-De vez en cuando, si me gusta una prenda pero no sé con qué combinarla la busco en las imágenes de Google y veo con qué la usa la gente que la tiene. Obvio que siempre salen Susans y Sallys que usan "yellow shoes" con joggins o "purple silk shirt" con joggings.
-También de vez en cuando googleo cosas graciosas en esa sección, como "fat", "high blood pressure" o "christmass eve" e inevitablemente salen yankees con cara graciosa.
-Por último, debo confesarme adicta al MSN. Entre que decido cerrarlo y efectivamente lo cierro pasa al menos una hora. Como con el helado, que cuando decido dejar de comer ya estoy rascando el telgopor.
