jueves, 26 de julio de 2007

@ work

La jornada laboral de ocho horas no me está dejando tiempo para nada. No puedo ir al cine cuando salgo porque me quedo dormida.

La oficina tiene todo el glamour, un ventanal enorme y muebles de diseño ultramodernos, pero en el baño no hay papel y no andan las hornallas de la cocina, sólo una impresora funciona bien y sólo desde un teléfono se puede llamar a celulares.

Estoy aprendiendo mucho. Antes para anotar un teléfono tenía que retener primero la característica, y recién después de anotarla memorizaba la segunda parte para ir y copiarla. Ahora repito el número entero mil veces por segundo hasta que llego a donde hay que anotarlo y lo anoto todo junto. Eso es virtud.

Voy a renunciar.

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