martes, 26 de junio de 2007

El momento en que los participantes de Gran Hermano entran al estudio inmediatamente después de haber sido explusados de la casa y son atacados por una tribuna de veinte negros que les quieren arrancar las rídiculas banderas o sombreros que llevan puestos a modo de cábala me parece un rejunte de las más turbias grasadas de nuestra sociedad y me inunda de vergüenza ajena y ganas de olvidarlo todo.

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