jueves, 14 de junio de 2007

Espacio de Publicidad

Ni ahí soy de esa gente que está comiendo basura todo el tiempo. Como súper sano, verduras, frutas, carnes blancas, poca harina y nada de fritos. No necesito picar ni viendo tele ni estudiando ni nada, como algo rico cuando me de hambre y se acabó. Aunque en rea-li-dad, me di cuenta, lo que hago es ahorrar energías para comer como un cerdo fuera de carril en el bar donde nos juntamos los miércoles con el grupo de teatro, en el corazón de Monserrat como corresponde a toda auténtica agrupación artística de raza, atendido por el peruano Ronald que como se siente uno más de nosotros nos regala muchas galletitas que vienen con el té mientras mis compañeros actores entre los que se encuentran Horacio Delfino y Fernando Siro le hacen divertidas bromas pesadas que consisten en acusarlo de cometrabas de ruta. Las medialunas de manteca son gigantes, GIGANTES, deben ser como dos o tres normales, y de las más ricas que conozco. También hay unas rosquitas de grasa crocantes con arriba glaseado y un polvito azul muy rico arriba, como el de las trufas de chocolate. Otras exquisiteces son la "cocada" -una bola de coco rallado con todo azúcar alrededor-, los scones de vainilla con pasas de uva, las pepitas y los vigilantes, dios mío, los más ricos que probé en mi vida. Así que eso, durante la semana no es que "me cuido" como Claribel Medina, sino que no me intereso en comer cosas ricas porque aparte en mi casa ni hay, hasta que se me aparecen todas juntas y con gente linda alrededor que me charla para que yo no tenga ni que parar para respirar, no tengo entonces otra cosa que hacer más que comer todo lo que esté a mi alcance, mi falda se llena de las más diversas variedades de migas de todo color y textura que rebalsan formando luego un esponjoso felpudo debajo de mí, y yo pido más y más hasta que se hace la hora de irme, porque explotar, nunca. Pido todo y lo que no pido lo robo, ya sea a un compañero, a un extraño comensal de ropas vejadas recientemente de manera violenta por un huidizo roedor extra large o al maestro pastelero. Como tanto que a veces se me va el hambre y tengo que ayunar como un faquir hasta el domingo, obviamente acompañado esto por una rutina con clavos y estacas de alto deleite visual que en las vacaciones de invierno exhibiré en la peatonal de Carlos Paz, los espero.

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